viernes, 13 de septiembre de 2013

1º Relato; Fundamentos matemáticos del amor.


Muy buenas a todos, con algo de retraso debido a que he tenido algunos contratiempos con el pc, vengo con lo prometido, el primer relato de uno de los autores de Ediciones Hades.

El primero que se ofreció para participar en esta iniciativa es Juan Carlos Garrido del Pozo, él viene presentando el relato Fundamentos matemáticos del amor.

La novela que él ha escrito para la editorial es; “Los confines de la noche”, con este relato, pretendemos que os hagáis una idea del estilo de Juan, y si os gusta, quizás os interese saber más de su novela.
También nos ha proporcionado una imagen que él cree que lo identifica como ninguna, a mi parecer, creo que sería la más fiable de todas, ¿qué creéis vosotros?


Sin mucho más que decir, os dejo con su relato corto, no seáis malos y dad vuestra más sincera opinión, valoramos lo que pensáis al respecto.










 Fundamentos matemáticos del amor
Por Juan Carlos Garrido del Pozo

Fundamentos matemáticos del amor: con ese título, los congresistas más veteranos aguardaban el inicio de la ponencia con media sonrisa en los labios mientras trataban de averiguar por dónde vendría la broma. Los más jóvenes, que apenas comenzaban a despuntar, contenían la tensión como perros de presa, atentos a descubrir el menor traspié del ponente para lanzarse sobre él a dentelladas.

Sin excepción, todos confiaban en que iniciase la ponencia con alguna disertación grandilocuente, al estilo del título. Esto obedecía a que no conocían al profesor Weizt, la persona más metódica sobre la faz de la tierra. Ajeno a la sonrisa condescendiente de unos y al ceño concentrado de los otros,  arrancó la charla con agradecimientos al profesor Stillman, eminente físico teórico, a los profesores Yum y Bureski, fisiólogos, y a la profesora Lomas, psiquiatra conductista. Con aire sosegado y rutinario, acometió el planteamiento de la conferencia describiendo cómo, para fundamentar el trabajo, había conseguido determinar, inequívocamente, la presencia del amor mediante el análisis de las variables fisiológicas que se detallaban en el estudio adjunto, avalado por más de quinientos casos contrastados.

A continuación y como base del desarrollo, procedió a desgranar las ecuaciones que gobernaban las señales que se habían medido: presión arterial, dilatación del iris, ritmo cardiaco, así como los trenes de ondas del electroencefalograma, para después dedicarse a llenar una pizarra tras otra de demostraciones y corolarios, que los asistentes más jóvenes copiaban ávidos con el propósito de analizarlas después a la búsqueda de fallos. Cuando ya había conseguido que buena parte de estos dejase de tomar nota, los asistentes más doctos y laureados bostezaban sin disimulo alguno, y nadie esperaba que la cosa acabase en nada más que en un inextricable galimatías sin sentido, el profesor Weizt acometió la culminación.

— Y, empleando el análisis de polinomios cíclicos de Burrell-Lombard, es posible despejar los ceros del la primera ecuación, que introducidos en la quinta y la segunda, podemos combinar en una sola, que a su vez...

Del fondo de la sala empezaron a surgir murmullos de aprobación y todo el mundo comenzó a copiar con ansiosa avidez los garrapateos del profesor en la pizarra mientras que buscaban por sus alrededores a alguien que pudiese haber trascrito la demostración desde el principio para pedirle luego una copia. Unos veinte minutos después, la decena larga de ecuaciones había quedado reducida a una sola.

— Y, si calculamos las asíntotas por el método de Wein-Longren, resulta patente que lo que comúnmente llamamos amor no es sino la conjunción de dos fenómenos: el conocido como efecto Harrel y el que llamamos anomalía de Swann, ambos debidos a ruidos espurios generados por la pobre conductividad de las neuronas.

Sin aguardar a ver el efecto causado por la conclusión, dejó abandonados los apuntes sobre el atril, se alejó apresurado del estrado y salió por la a puerta trasera. Todos imaginaron que se había dirigido a satisfacer alguna necesidad fisiológica perentoria y que no tardaría en regresar, mas no volvió a aparecer. Su colaborador, el profesor Willmer, a duras penas consiguió arrancar las notas de las manos ansiosas de sus colegas, que se habían abalanzado a la rebatiña sobre ellas, y sólo tras prometer que entregaría una copia a todo aquel que la quisiera.

La prensa general, que como norma desdeña estos asuntos, se hizo eco del congreso. A todos los programas se invitaba a eminentes científicos, que no hacían sino corroborar la rigurosa rectitud de los razonamientos del profesor, así como a intelectuales de toda índole, que no cesaban de buscarles una explicación filosófica. Paul Myers, el último gran poeta romántico, se disparó un tiro en la cabeza después de dejar una nota en la que confesaba que no podía seguir soportando el hecho de haber malgastado toda la vida cantando a una disfunción. Las televisiones, hasta ver cómo acababa todo, cesaron de programar telefilmes sentimentales. También se especuló sin tasa sobre la desaparición del profesor: se han pergeñado las hipótesis más descabelladas, pero la que más se repite es que no ha podido resistir ser el hombre que mató al amor.

El profesor Weizt  vive ajeno a todo este revuelo, pues en la cabaña que ha alquilado junto a un lago, en los Alpes, y que comparte con Wasa, una estudiante de tercer curso, no hay televisión, ni tiene ganas de perder el tiempo mirándola. Nadie imagina lo que le costó concluir la conferencia, pues la pizarra le recordaba su piel de ébano y las tizas su sonrisa perlada. Desde que la conoció, no puede calcular un seno sin pensar en los suyos, ni imagina otra tangente que la mano sobre su cintura, ni una integral que no sea una noche entera con ella.

Su dilatada experiencia como matemático le permite conocer que una cosa es la teoría y otra, bien distinta, la práctica.

 Pues esto es todo por ahora, espero que os haya gustado el relato, nos vemos la semana que viene con alguna noticia más ;)



4 comentarios:

  1. Hola. Soy Fernando Alvarez. Gracias, Juan Carlos, por tu bonito relato. Aunque parezca mentira, la Etología, siempre con apoyo matemático, sí se ha ocupado del fundamento del amor (realmente de la elección y mantenimiento de la pareja) en humanos y otros animales. La gracioso es que ha demostrado que el amor no es ninguna disfunción, sino una de las bases principales de la permanencia y la complejidad de la vida. Un abrazo, Fernando

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  2. Muchas gracias por tu interés y tu comentario, Fernando.
    Soy un diletante incorregible y he leído a Lorenz y algún otro ensayo al respecto. Tal como apuntas, los estudios que permite realizar el estado actual de la ciencia son estadísticas sobre alguna casuística que puede estar (o no) asociada al amor, nada parecido al análisis ontológico que me aventuro a esbozar en mi cuento.
    En todo caso y visto cómo nos comportamos al enamorarnos, no descartaría a la ligera que en verdad se trate de una disfunción.
    Encantado de leer tu opinión y un fuerte abrazo.

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  3. ¡Enhorabuena, Juan Carlos! Me sorprende la forma en la que tratas el tema del fundamento de un sentimiento tan complicado como es el amor contando con las matemáticas, eres único. En cuanto a la imagen que muestras como representativa de ti mismo, me encanta y estoy segura de que así es, justo como dice el enunciado de esta.. Un abrazo.

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  4. Muchas gracias por tus amables palabras, un fuerte abrazo.

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