Muy
buenas a todos, con algo de retraso debido a que he tenido algunos
contratiempos con el pc, vengo con lo prometido, el primer relato de uno de los
autores de Ediciones Hades.
El
primero que se ofreció para participar en esta iniciativa es Juan
Carlos Garrido del Pozo, él viene presentando el relato Fundamentos
matemáticos del amor.

También nos ha proporcionado una imagen que él cree que lo identifica como ninguna, a mi parecer, creo que sería la más fiable de todas, ¿qué creéis vosotros?
Sin
mucho más que decir, os dejo con su relato corto, no seáis malos y dad vuestra
más sincera opinión, valoramos lo que pensáis al respecto.
Fundamentos matemáticos del amor
Por Juan Carlos
Garrido del Pozo
Fundamentos matemáticos del amor: con ese título, los
congresistas más veteranos aguardaban el inicio de la ponencia con media
sonrisa en los labios mientras trataban de averiguar por dónde vendría la
broma. Los más jóvenes, que apenas comenzaban a despuntar, contenían la tensión
como perros de presa, atentos a descubrir el menor traspié del ponente para
lanzarse sobre él a dentelladas.
Sin excepción, todos confiaban en que iniciase la
ponencia con alguna disertación grandilocuente, al estilo del título. Esto obedecía
a que no conocían al profesor Weizt, la persona más metódica sobre la faz de la
tierra. Ajeno a la sonrisa condescendiente de unos y al ceño concentrado de los
otros, arrancó la charla con
agradecimientos al profesor Stillman, eminente físico teórico, a los profesores
Yum y Bureski, fisiólogos, y a la profesora Lomas, psiquiatra conductista. Con
aire sosegado y rutinario, acometió el planteamiento de la conferencia
describiendo cómo, para fundamentar el trabajo, había conseguido determinar,
inequívocamente, la presencia del amor mediante el análisis de las variables
fisiológicas que se detallaban en el estudio adjunto, avalado por más de
quinientos casos contrastados.
A continuación y como base del desarrollo, procedió a desgranar
las ecuaciones que gobernaban las señales que se habían medido: presión
arterial, dilatación del iris, ritmo cardiaco, así como los trenes de ondas del
electroencefalograma, para después dedicarse a llenar una pizarra tras otra de
demostraciones y corolarios, que los asistentes más jóvenes copiaban ávidos con
el propósito de analizarlas después a la búsqueda de fallos. Cuando ya había conseguido
que buena parte de estos dejase de tomar nota, los asistentes más doctos y
laureados bostezaban sin disimulo alguno, y nadie esperaba que la cosa acabase
en nada más que en un inextricable galimatías sin sentido, el profesor Weizt
acometió la culminación.
— Y, empleando el análisis de polinomios cíclicos de Burrell-Lombard, es posible despejar los
ceros del la primera ecuación, que introducidos en la quinta y la segunda,
podemos combinar en una sola, que a su vez...
Del fondo de la sala empezaron a surgir murmullos de
aprobación y todo el mundo comenzó a copiar con ansiosa avidez los garrapateos
del profesor en la pizarra mientras que buscaban por sus alrededores a alguien
que pudiese haber trascrito la demostración desde el principio para pedirle
luego una copia. Unos veinte minutos después, la decena larga de ecuaciones
había quedado reducida a una sola.
— Y, si calculamos las asíntotas por el método de Wein-Longren, resulta patente que lo que
comúnmente llamamos amor no es sino la conjunción de dos fenómenos: el conocido
como efecto Harrel y el que llamamos anomalía
de Swann, ambos debidos a ruidos espurios
generados por la pobre conductividad de las neuronas.
Sin aguardar a ver el efecto causado por la conclusión, dejó
abandonados los apuntes sobre el atril, se alejó apresurado del estrado y salió
por la a puerta trasera. Todos imaginaron que se había dirigido a satisfacer
alguna necesidad fisiológica perentoria y que no tardaría en regresar, mas no
volvió a aparecer. Su colaborador, el profesor Willmer, a duras penas consiguió
arrancar las notas de las manos ansiosas de sus colegas, que se habían
abalanzado a la rebatiña sobre ellas, y sólo tras prometer que entregaría una
copia a todo aquel que la quisiera.
La prensa general, que como norma desdeña estos asuntos,
se hizo eco del congreso. A todos los programas se invitaba a eminentes
científicos, que no hacían sino corroborar la rigurosa rectitud de los
razonamientos del profesor, así como a intelectuales de toda índole, que no cesaban
de buscarles una explicación filosófica. Paul Myers, el último gran poeta
romántico, se disparó un tiro en la cabeza después de dejar una nota en la que confesaba
que no podía seguir soportando el hecho de haber malgastado toda la vida
cantando a una disfunción. Las televisiones, hasta ver cómo acababa todo, cesaron
de programar telefilmes sentimentales. También se especuló sin tasa sobre la
desaparición del profesor: se han pergeñado las hipótesis más descabelladas,
pero la que más se repite es que no ha podido resistir ser el hombre que mató
al amor.
El profesor Weizt
vive ajeno a todo este revuelo, pues en la cabaña que ha alquilado junto
a un lago, en los Alpes, y que comparte con Wasa, una estudiante de tercer
curso, no hay televisión, ni tiene ganas de perder el tiempo mirándola. Nadie
imagina lo que le costó concluir la conferencia, pues la pizarra le recordaba
su piel de ébano y las tizas su sonrisa perlada. Desde que la conoció, no puede
calcular un seno sin pensar en los suyos, ni imagina otra tangente que la mano
sobre su cintura, ni una integral que no sea una noche entera con ella.
Su dilatada experiencia como matemático le permite conocer
que una cosa es la teoría y otra, bien distinta, la práctica.
Pues esto es todo por ahora, espero que os haya gustado el relato, nos vemos la semana que viene con alguna noticia más ;)
Hola. Soy Fernando Alvarez. Gracias, Juan Carlos, por tu bonito relato. Aunque parezca mentira, la Etología, siempre con apoyo matemático, sí se ha ocupado del fundamento del amor (realmente de la elección y mantenimiento de la pareja) en humanos y otros animales. La gracioso es que ha demostrado que el amor no es ninguna disfunción, sino una de las bases principales de la permanencia y la complejidad de la vida. Un abrazo, Fernando
ResponderEliminarMuchas gracias por tu interés y tu comentario, Fernando.
ResponderEliminarSoy un diletante incorregible y he leído a Lorenz y algún otro ensayo al respecto. Tal como apuntas, los estudios que permite realizar el estado actual de la ciencia son estadísticas sobre alguna casuística que puede estar (o no) asociada al amor, nada parecido al análisis ontológico que me aventuro a esbozar en mi cuento.
En todo caso y visto cómo nos comportamos al enamorarnos, no descartaría a la ligera que en verdad se trate de una disfunción.
Encantado de leer tu opinión y un fuerte abrazo.
¡Enhorabuena, Juan Carlos! Me sorprende la forma en la que tratas el tema del fundamento de un sentimiento tan complicado como es el amor contando con las matemáticas, eres único. En cuanto a la imagen que muestras como representativa de ti mismo, me encanta y estoy segura de que así es, justo como dice el enunciado de esta.. Un abrazo.
ResponderEliminarMuchas gracias por tus amables palabras, un fuerte abrazo.
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